Contigo Somos Once

Jorge Caluz representa a España en el International Low Vision Song Contest

"La ONCE ha sido imprescindible para aprender a moverme"

El artista canario, que cambió el derecho por la música, representará a España en el Internacional Low-Vision Song Contest (ILSC) con 'Forget you'

Cantante, pianista, compositor… De un tiempo a esta parte, la música le saca su mejor sonrisa a Jorge Cabrera Luzardo, que es natural de Lanzarote y acaba de cumplir los 26, el 29 de abril. Combina sus apellidos y logra la identidad para nombrar al artista Jorge Caluz.

Anda feliz por ser el elegido por la ONCE para representar a nuestro país en la tercera edición del ILSC, en parte conocido como Festival de Eurovisión para Artistas Ciegos.

En la final, a través de YouTube, competirá con otros artistas ciegos o con discapacidad visual grave como él, de un total de 23 países, inscritos en el concurso musical.

Ahora entra en juego la suerte. La cámara hace un recorrido de planos con el artista al piano. El tema ‘Forget you’, compuesto e interpretado por él mismo, tiene una duración de 3:09 minutos. Bien podría ser de amor pero habla del desamor. Lo hace en un perfecto inglés, idioma que domina desde niño. La curiosidad estriba, quizá, en la edad del autor cuando escribió la letra con 15 años y le dio un tinte “más pop-rock”, apunta. Estaba lejos entonces de darle la melodía actual y el significado renovado con el paso del tiempo. Matices enriquecidos con una voz educada y la profesionalidad al piano.

El aprendizaje y sus vivencias marcan la pauta, también a la hora de la recepción del mensaje cantado. El destinatario o la persona que escuche su canción la hará suya y encontrará un sentido en su letra “porque cada uno la interpreta como siente en ese momento”, argumenta el artista. Y en tal tesitura significa que escribió sobre “desamor”, sí, pero él mismo -nos asegura- ha evolucionado en su propia percepción sobre esta temática. “Para mí Forget you también habla, en general, de la rara atracción, que tenemos todos, hacia cosas que no nos convienen, y no sólo referidas al aspecto de las relaciones amorosas”, apostilla.

Con oído fino. La música forma parte de su trayectoria vital desde su más tierna infancia. De una gran sensibilidad auditiva, suple la carencia visual diagnosticada con tres años. “Cuando empecé a andar y a interactuar, digamos con el mundo, mis padres se dieron cuenta de que en el parque, por ejemplo, me comía un escalón, chocaba con las cosas… y si me daban algo en la mano yo no lo miraba sino que lo palpaba”, relata. 

La afiliación a la ONCE fue inmediata. Así arrancaba la etapa infantil, en el ‘Colegio Arenas Internacional’ de Lanzarote, el mismo centro donde cursó todos los niveles educativos hasta cumplir los 18. “Tengo un montón de cariño a ese colegio; me conocía todo el mundo y estaba muy normalizado cómo veía yo; me dieron un trato igualitario, eso también hizo mucho, siempre estuve en la misma clase y tengo grandes amigos”, comenta con el brillo de la sonrisa en la voz.

Mención y recuerdo especial tiene hacia las profesoras de apoyo de la ONCE, pendientes de sus necesidades educativas. “A mi colegio iban las profesoras de la ONCE, y también súper bien, la verdad. Aprendí braille pero lo dejé, más o menos, cuando tenía diez años porque leía en tinta con las gafas lupa o con el zoom en el ordenador y me apañaba lo suficiente”, confiesa no sin un cierto halo de arrepentimiento. Y es que, a la hora de decantarse por seguir estudios superiores de música, ha comprobado la dificultad que supone aprender ‘sin ver bien’ y sin un dominio pleno de la partitura en braille. “He estudiado mucho de oído y con el cifrado de los acordes; no descarto volver a retomar la práctica del braille para poder leer mejor las partituras de manera más suelta”, afirma. 

Iba para abogado, tenía las cartas a su favor. Se había esforzado para sacar buenas notas con este fin pero se reveló el artista que llevaba dentro. Ni corto ni perezoso, se lió la manta a la cabeza y se trasladó a Madrid para cursar el Grado de Interpretación de Música Moderna (piano), en la Univ. Alfonso X El Sabio; amplió su formación vocal, en la Escuela de Canto Integral Raquel Soto; y realizó un máster en interpretación vocal en el Institute of Contemporary Music Performance de Londres.

El punto de inflexión. Conoce cada rincón de la tierra que le vio nacer. Incluso hasta el extremo de recorrer su isla a ciegas, sin llevar el bastón blanco. Otro gallo le cantaría en la capital del reino, en Madrid. La ONCE, tan presente en su trayectoria, le echa una mano y pone a su disposición a una profesional, técnica de rehabilitación, para ponerle al día en el manejo de tan importante instrumento de movilidad y autonomía. “La ONCE ha sido imprescindible para aprender a moverme solo por la ciudad. Desde que estudié en Madrid yo soy una persona independiente en todo; ha sido un punto de inflexión en mi vida porque asumí que tengo que utilizar el bastón por mi seguridad y para ser visto por los demás”, constata con pleno convencimiento.   

De un hobby a una profesión. La música le motiva y aporta un sinfín de alegrías. Ha crecido con los sonidos del violín, la guitarra, el piano… “mi madre nos cantaba de pequeños -son tres hermanos, él es el mayor- y mi abuelo y algunos tíos tocaban varios instrumentos. Siempre nos han inculcado ese amor por la música”. Y es que las palabras sobran cuando habla la música… “supongo que por mi discapacidad visual, el agudizar el oído, entre una cosa y otra, ha hecho que yo tenga esa relación tan especial con la música”.

Y todo apunta a estar en el buen camino. Trabaja como músico autónomo en hoteles y escenarios y ha actuado en Jameos del Agua y en el Teatro de San Bartolomé (ambos en la tierra de fuego, Lanzarote), o en la madrileña Sala Sol, por citar algunos lugares concretos. E incluso anduvo por Creta, a raíz de un contrato como músico residente para “proveer entretenimiento a varios hoteles y con alojamiento, a gastos pagados, durante siete meses”

Aquel niño de tres añitos, que jugaba a tocar el piano, despega el vuelo con seguridad y toda la ilusión del mundo. Le avala su formación académica, desde su más tierna infancia, y el empuje familiar con su madre a la cabeza, que ideó el nombre del artista: Jorge Caluz. “Se le ocurrió a mi madre y le dije: ¡Oye, me gusta la sonoridad! y llevo un año aproximadamente con este nombre. Todo ha sido como una preparación para lo que estoy intentando hacer en el presente y de cara al futuro. Por una parte, estoy trabajando como músico en hoteles, tocando como intérprete; y, por otro lado, está mi faceta artística… la de crear canciones e intentar despuntar en la industria de la música”.

Parece ser que… la cuenta atrás ha comenzado. Al menos, en lo que respecta al International Low-Vision Song Contest. Pero Jorge está tranquilo con la pieza presentada ‘Forget you’, ganadora en la fase nacional convocada por la ONCE. Y anda sin presiones de ningún tipo, ante la perspectiva de obtener el primer lugar en la inminente final, el viernes 16 de mayo por YouTube. “El trabajo ya está hecho, no puedo añadir ni quitar nada porque es el vídeo con el que compito. Pero, la verdad es que siento mucha curiosidad por saber qué ocurre”, concluye. 

Le ronda la suerte, a buen seguro. Y expectantes estamos por saber si 'Forget you' es la canción elegida, la mejor opción. En cualquier caso, resultará difícil olvidarte.

 

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Genoveva Benito
Periodista