Contigo Somos Once

Emilio Caballero y María Antonia Pinilla son dos de los agentes vendedores de la ONCE reconocidos como Mejores vendedores 2024

La ONCE nos abrió las puertas de un reino que no conocíamos

María Antonia y Emilio nos cuentan sus historias personales y laborales tras ser reconocidos como los 'Mejores Vendedores del año 2024' en Extremadura y Andalucía

Han brillado y se han emocionado mientras recogían sus galardones. Se sienten dignificados por su trabajo, especialmente allí donde la discapacidad no casa con incapacidad. Y, ellos, en representación de los más de 20.700 vendedores y vendedoras dedicados, en cuerpo y alma, a la venta de los productos de loterías sociales, seguras y responsables de la ONCE, lo comprueban todos los días, a pie de calle.

Maritoni y Emilio coinciden en sus miedos de inicio cuando se acercaron a la ONCE y en sus dudas sobre sus propias capacidades para volver a trabajar tras enfrentarse a una discapacidad. Pero coinciden aún más en destacar -sin conocerse y separados 300 kilómetros- que su nuevo trabajo les ha devuelto la autoestima; les ha ayudado a reconocerse a sí mismos; les ha llevado a pensar mucho en las personas; y les ha conducido a sentirse miembros de un 'reino' que no conocían y en el que se sienten bien. Así se lo trasladan a sus clientes y a todo su entorno, y por eso son dos de nuestros vendedores del año. 

De sonrisa franca. Viró 365 grados su realidad, desde hace 16 años, cuando entró en la Organización de Ciegos con una depresión de caballo. Agravada su patología oftalmológica, la pérdida de la vista era irreversible. A ello se sumó el ‘mal de amores’. “Me vieron los psicólogos, en los servicios sociales de la ONCE, y es así como empecé a adaptarme a mi nueva situación de vida, reconoce María Antonia Pinilla Rodríguez, elegida ‘mejor vendedora de la ONCE en Extremadura’. 

Natural de Badajoz, con 47 primaveras recién cumplidas, Maritoni -tal y como se refieren a ella los más cercanos- anda feliz con el reconocimiento recibido. A la flamante centinela de la ilusión de la ONCE ni se le había pasado por la cabeza tal elección, realizada durante la gala celebrada en la sede territorial extremeña, entre un grupo de siete vendedores y vendedoras finalistas. “Me invitaron al evento pero no imaginé que iba a ser la seleccionada en la gala y me entraron los nervios”, comenta dicharachera. Y al hilo rememora aquel día (6 de febrero) tan emotivo y su intervención en el propio acto. Se siente querida y apoyada, desde el primer momento en el que entró en la ONCE. “Yo sé que me reconocen por todos lados -dice- pero esto ha sido la bomba. Como dije en la gala: me ha tocado el cupón sin jugarlo. Es un orgullo que te reconozcan el esfuerzo diario, es muy bonito”.  Al otro lado del hilo telefónico, se nos antoja que titubea... o le tiembla la voz al filo de la emoción... “Ya me notas más tranquila pero es que estaba atacada”.

Sincera y entrañable. Ella es una mujer sencilla. Reparte la suerte en las jornadas de fines de semana y los lunes, en Badajoz. Lo hace con una bonita sonrisa y da juego ofreciendo los productos que cumplen los sueños. “Yo soy de las personas que siempre ofrezco; es lo que hay que hacer -apunta- porque sino no vendes”. A su quiosco de la ONCE, en la Avenida Ricardo Carapeto (San Roque), acuden muchos clientes los sábados y domingos. “No paro de vender y repartir ilusión”, dice. Y los lunes, con el punto de venta en el centro comercial Carrefour de Valdepasillas, la cosa anda un pelín más relajada porque “es más lenta la venta pero también lo vendo todo muy bien”.

La familia es un buen anclaje en su trayectoria personal, tiene tres hermanos con los que juega a ganar con los Extras del Cupón de la ONCE -el del Día del Padre y el de la Madre, el del Verano, el 11/11 y el de Navidad- y, a raíz de recibir la transparente placa de reconocimiento, con su propia fotografía y nombre, que ilustra la reproducción de un cupón diario y lleva marcado el nº 00011, Maritoni prueba suerte, también, con la cifra de marras en el del diario. “Como estoy tan contenta con el regalo, saco por el TPV ese mismo número y juego a ver si me toca. Entonces la entrevista sería por haberme tocado el cupón”, asegura risueña.

Y es que nunca se sabe porque... todos los números entran en el bombo de los Sorteos de la ONCE. Y si se cumple el popular dicho ‘afortunada en el juego, desgraciada en amores’, estaría de enhorabuena. Porque lo que se dice suerte, en temas del corazón, anda flojita. “Estoy soltera, vivo con mi madre. No quiero a nadie ahora, ya he tenido experiencias suficientes. Medio cieguita estoy pero cieguita estaba...  a base de palos, se aprende”, confiesa sin acritud.

Además, de un tiempo a esta parte, se dedica a cuidar de su madre prácticamente en exclusiva -“mi madre ya con 81 añitos está delicadilla”, apunta con inmenso cariño- y reconoce tener en ella a su “mejor amiga, la que no te va a fallar nunca. Muchas veces nos dan consejos y no los queremos escuchar. Y cuando te pasan las cosas es cuando dices: mi madre tenía razón”.

Desde que cumpliera los 3 añitos ha tenido problemas visuales. Las gafas de culo de botella le han acompañado toda la vida, a causa de la miopía magna. Diagnóstico al que se fue sumando baja agudeza visual, glaucoma... En fin, que pasar la ITV de los ojos se hacía cada vez más complicado. La autoestima se le fue cayendo a los pies, le costó remontar sin el apoyo de su pareja y cayó en depresión. Y en la ONCE encontró la salida personal y laboral. Entonces, remontó la tristeza y recuperó su alegría.

La voz le brilla en el Coro Cauri ONCE Badajoz, ya es de las veteranas, y en su puesto de trabajo luce de simpatía, sabe escuchar bien y disfruta repartiendo la suerte. “En la ONCE me han ayudado a conocerme a mí misma y a ir evolucionando. Me han abierto las puertas de otro reino que yo no conocía”, concluye.

Y... como un salmón que vuelve adonde creció, Emilio Caballero Piedrahita siguió la misma ruta. No para desovar, sino para repartir suerte como uno más de nuestros ‘centinelas de la ilusión’. Una tarea que desempeña con el firme propósito de ayudar “al mayor número de personas posibles” en el barrio cordobés de Fátima, que un día le vio nacer. Por eso y por mucho más, Emilio, de 50 años, ha sido galardonado con el premio al 'Mejor vendedor del año 2024', en las provincias de Córdoba y Málaga.

Para Emilio, el premio fue también una sorpresa, aunque confiesa que, de un tiempo a esta parte tener esa sensación no le da miedo. “Fíjate que yo al principio ni me veía en este trabajo -nos cuenta- pero al final la oportunidad se me presentó, me dio por decir que sí... y no me arrepiento”.

Así las cosas, su idilio con la ONCE fue tardío; el detonante vino a raíz de un accidente de tráfico que le incapacitó para trabajar en hostelería o como repartidor, tareas que desempeñaba con antelación. "Al principio no quería saber nada de empleos, pero un amigo me convenció para que echara los papeles en la ONCE; realicé la formación y, a día de hoy, puedo decir que es el mejor trabajo que he tenido”. No es solo una percepción de Emilio, su mujer también nota la calidad de vida que le ha dado este trabajo... “Estar contento con lo que haces es positivo para ti y para los que te rodean; creo que se puso ella más contenta que yo al saber que me habían elegido como 'mejor vendedor'. Está muy orgullosa de mi y de la labor que desempeño repartiendo ilusión con mi trabajo”, comenta. 

Y es que la ilusión, su ilusión, empapa su quehacer y de paso a los cupones... porque reparte, además de suerte, mucho cariño a todos sus clientes. “Para mí es muy importante formar parte de la comunidad. Uno de mis clientes, un señor mayor, de más de 80 años, es escritor. La semana pasada me regaló dedicado uno de sus primeros libros escribo hace más de 20 años”, cuenta visiblemente emocionado por recibir el libro. El cariño de las personas que van cada día a visitarlo a su puesto llena su día a día, al punto que reconoce que “a veces, cuando estoy de vacaciones, echo de menos estar ahí con ellos”.

Sin lugar a duda, ha encontrado su sitio. Desde su esquina, en la calle Virgen de Fátima y durante su ruta laboral, se ha hecho merecedor de ser ya imprescindible en el barrio. “Mi mujer dice que parezco el rey, con la mano saludando por todos lados y a todos”, admite entre risas. Desde hace seis años tiene su lugar en la venta, en su barrio. Un hecho que aprecia especialmente. “Que la gente venga a buscarme también me ayuda, creo que soy mejor persona que hace 6 años, cuando empecé. Además, ahora me siento importante”, dice.

La relación con sus clientes es una simbiosis. Da tanto como recibe, desde los buenos días hasta regalos en fechas señaladas. A las pruebas me remito. “Me gusta acordarme de mis clientes, hacer sus vidas algo mejor por un rato”, revela. Y es que, a veces, si alguien te preste un poquito de atención puede solucionar un día gris o negro. A fin de cuentas... “mi trabajo va mucho más allá de vender cupones, mi compromiso es con la gente” apunta.

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Genoveva Benito y Cristóbal Angulo