
Un grupo de afiliados y afiliadas gallegos se convierten en espeleólogos por un día
Participando por primera vez el VI Campamento Galego de Espeleoloxía organizado por la Xunta de Galicia, la Federación Galega de Espeleoloxía y el Club Peña Trevinca Montañeiros de Galicia
Reptar por una gruta hasta llegar a una cavidad más grande o escalar hasta llegar a una cueva de más de 150 metros de largo y 7 metros de altura; tocar molinos de más de 10.000 años o escuchar a los murciélagos habitantes de las entrañas de la tierra ha sido, en su conjunto, una de las experiencias más inolvidables y vitales para un grupo de 11 personas ciegas y con grave discapacidad visual de Galicia.
Liderados por Lorena Fernández, subdirectora de la Dirección de Apoyo de la ONCE en Vigo, por primera vez varios afiliados y afiliadas a la organización se han convertido en espeleólogos y espeleólogas por un día, participando en el “VI Campamento Galego de Espeleoloxía”. La experiencia se desarrolló el pasado 5 de octubre en dos lugares: la Furna do Lago (cueva o gruta marina, común en la costa gallega, formada por la erosión del mar), en Baiona, y la Tafone (cavidad o hueco redondeado, de un tamaño desde pocos centímetros a varios metros, tallada por la erosión en rocas cristalinas o arenisca, en algunas costas) Couto da Moura, en Chaín.
Organizado por la Xunta de Galicia, la Federación Galega de Espeleoloxía y el Club Peña Trevinca Montañeiros de Galicia, con la colaboración de Club Montañeiros Celtas y Club de Espeleología Atrapa, la expedición de personas ciegas estuvo en todo momento acompañada por montañeros expertos, como nos explica la propia Lorena Fernández.
“La regla era que cada afiliado tenía que ir con un montañero, tuviera resto visual o no, porque aunque tenga resto visual puede ser peligroso. En esos sitios además está oscuro y vamos con linternas, pero hay que tener mucho cuidado porque puedes meter el pie donde no debes y es arriesgado”, nos cuenta.
El acceso a la cueva de Baiona no es fácil, de ahí la importancia de que la responsable de la ONCE en Vigo, ciega total, y su animadora sociocultural, Trinidad Canosa, con un pequeño resto visual, fueran de avanzadilla para valorar la accesibilidad de la actividad antes de ofrecerla a los afiliados y afiliadas. Y es que, el acceso a ambas cuevas entrañan su dificultad, mucho mayor en el caso de personas ciegas.
“Tras atravesar un camino de arbustos o xestas (en gallego), llegamos a lo que es la entrada de la cueva, a la que había que acceder a través de unas piedras que estaban superpuestas de manera irregular, ya que es un terreno natural no manipulado por el hombre. Entonces, tuvimos que ir escalando, viendo dónde poníamos el pie, y para eso nos ayudábamos también del bastón, porque así nos indicaban dónde estaba la siguiente piedra. Y luego, una vez llegabas a la entrada de la cueva, había que agacharse casi a gatas, teniendo cuidado de no darnos golpes con la cabeza, aunque llevábamos cascos, que era algo obligatorio”, nos cuenta Lorena sobre la entrada a la Furna de Baiona.
Y continúa: “Después llegamos a un lugar donde podías ponerte en pie y había que seguir escalando un poquito, con piedras en cuesta, hasta un sitio más plano, donde ya nos sentamos y nos dieron la explicación sobre la formación de la cueva. Nos dejaron tocar las rocas que tenían 10.000 años de antigüedad. Además tuvimos la oportunidad de escuchar a los murciélagos, había muchísimos y daban muchas vueltas porque estaban nerviosos, y pudimos captar los sonidos de los aleteos y conocer su lenguaje y su forma de comunicarse a través de un aparatito que transmite el ultrasonido del murciélago al oído humano... Eso también fue una experiencia brutal para nosotros”.
Una experiencia increíble
Para Paula Rodríguez, una de las afiliadas de la ONCE que participó en la actividad acompañada de su hijo de 10 años, que también tiene baja visión, la experiencia ha sido “increíble” , aseguraba a Así Somos. “Éramos un grupo con muchas dificultades que, a la vez, superamos con mucha ilusión por la oportunidad de conocer lugares así. Eso nos dio el arranque para sacar fuerza y querer verlo todo... Fíjate que teníamos murciélagos revoloteándonos y, yo que soy una histérica con esas cosas, debo decir que fue increíble. Por eso animo a todo el mundo a que haga este tipo de cosas, que aprovechemos lo que la naturaleza y nuestro entorno nos da porque es fascinante”, nos contaba emocionada.
Pero no solo para ella, también para los montañeros y espeleólogos experimentados que participaron en esta actividad. Una de ellas es Ángeles Saavedra, del Club Peña Trevinca Montañeros de Galicia. "Fuimos como trece o catorce espeleólogos voluntarios a esta aventura que, la verdad, la disfrutamos muchísimo”, nos cuenta. “Buscamos dos cavidades que tenían un acceso algo más sencillo. Bueno, la primera sí que era complicada -matiza- pero nos quedamos absolutamente sorprendidos de lo bien que se manejaban... No fueron las expectativas que teníamos; si ellos disfrutaron, nosotros más y además aprendimos muchísimo... Desde luego tienen mucho arrojo, a algunos había que pararlos. Recuerdo a una chica que simplemente se deshizo de la persona que la acompañaba y se puso a palpar por su cuenta y a explorar... Nos sorprendió lo autónomos que son".
Previamente a la actividad, Lorena reunió al grupo de montañeros y espeleólogos voluntarios para darles una formación y algunas nociones sobre como guiar a las personas ciegas. “También tuvimos la oportunidad de ponernos en su piel, ya que nos hizo ponernos un antifaz y dejar que nosotros nos guiásemos unos a otros para que viviéramos en primera persona la experiencia. Y después de esa formación ya tuvimos esa salida con las personas ciegas... Fue estupendo, la verdad, aprendimos mucho y lo pasamos muy bien”, concluye Ángeles.
Por todo ello, y ante el éxito de la actividad, la subdirectora de la ONCE en Vigo no descarta volver a repetirla en el futuro. Esta o cualquier otra que aporte a las personas afiliadas nuevas experiencias. “Siempre que alguna entidad se pone en contacto con nosotros para hacer algo diferente me parece buena idea porque al final los afiliados y afiliadas de este centro tienen muchas actividades a diario, pero cuando hay algo novedoso les gusta mucho -asegura Lorena-. Y ésta estuvo muy bien, la verdad. En la comida final que compartimos y con la que acabamos la excursión me repitieron varias veces ¿cuándo vamos a otra?”.