Editorial
No sin mi braille
Las personas ciegas de España y de todo el mundo han celebrado este 2025 el bicentenario del nacimiento de este sistema de lectoescritura ideado por el profesor francés, entonces aún joven, Louis Braille. Un invento que ha cambiado la historia de las personas ciegas y les ha sacado del ostracismo y la oscuridad en el acceso a la información para abrirles a la cultura y al conocimiento y para lanzarles a la apertura al mundo. Pues bien, 2026 seguirá esta senda y será el año en el que este sistema sea declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, un refuerzo clave para su valor y también para su protección, promoción y reivindicación como derecho de las personas ciegas, como derecho de primera necesidad y cumplimiento.
Por eso, el hecho de que Europa haya puesto freno al etiquetado en braille de ciertos productos y servicios de primera necesidad, alegando problemas de competencia y libre mercado, es algo que hace retroceder y que obliga a abrir un nuevo debate para impedir que las personas ciegas sufran un nuevo retraso histórico, como los tres siglos que supuso el decalaje entre la invención de la imprenta y la consiguiente democratización del libro hasta la invención del braille.
Y así como el texto de la escritora y ama de casa norteamericana Betty Mahmoody “No sin mi hija”, convertido luego en película, relata la historia real de cómo esta madre se negó a salir de Irán sin su hija, retenida por su marido y atrapada en una cultura ajena, defendiendo la libertad por encima de todo y los derechos de su hija, así defenderemos desde el Grupo Social ONCE la necesidad de seguir avanzando para convertir y afianzar al braille como elemento indiscutible de comunicación, pero también de seguridad y garantía en el acceso a bienes y servicios por parte de las personas ciegas. Como un derecho pleno de acceso en igualdad de condiciones y, además, como herramienta para evitar riesgos para la propia vida o la de sus seres queridos. ¿Qué garantías tienen unos padres ciegos al ofrecer a sus pequeños alimentos sin conocer con exactitud sus condiciones? ¿Qué pérdida de derechos significa no poder acceder con seguridad a un producto de higiene o de limpieza sin saber a ciencia cierta de qué se trata?
Por todo eso, este 4 de enero de 2026, en el que se celebra el Día Internacional del Braille y se cierra el bicentenario de su creación, seguiremos peleando como hemos hecho siempre cuando consideramos que se trata de una cuestión de derechos, de derecho de acceso de las personas ciegas a la información, a la cultura, a la educación, al empleo, al derecho de participación en cualquier ámbito de la vida y, ahí, el braille es absolutamente imprescindible. Un código decisivo para las 285 millones de personas ciegas de todo el mundo, un sistema de alfabetización eficaz y útil que incorpora a todos ellos a la igualdad desde el ejercicio de sus derechos.
Con buen criterio, el Gobierno español ha perseguido el objetivo de proteger los derechos de los consumidores y usuarios frente a situaciones de vulnerabilidad y ha incluido la obligación del etiquetado en braille de productos y bienes de consumo que, ahora, queda pendiente de la decisión comunitaria, no conforme con este avance en el acceso a información esencial como alérgenos, caducidad y otras advertencias. Nada más lejos de nuestra intención que atentar contra las normativas europeas de libre circulación de mercancías y poner en riesgo el mercado único europeo, pero no parece que esta medida pueda provocar tal realidad.
Así que seguiremos trabajando juntos, como hemos hecho siempre, para alinear a la normativa comunitaria esta necesidad de las personas ciegas que debe ser contemplada como derecho, en la seguridad de que se trata únicamente, como hacen todos los consumidores, de que tengamos acceso inmediato a la información de un producto. El ejemplo de los medicamentos es muy rotundo y claro y demuestra que es posible y económicamente asumible. Trabajaremos para que se traslade al resto de productos y servicios y, como esa madre americana protegiendo a su hija, seguiremos impulsando y explicando en todos los ámbitos la absoluta utilidad del Braille para que nuestros derechos ciudadanos no se vean vulnerados. No sin mi braille.