Contigo Somos Once

Mariví Martínez ganadora del IV Concurso Nacional de Cocina para Invidentes

Mariví Martínez: “Tocamos mucho porque nuestros ojitos son las manos”

Ganadora del Concurso Nacional de Cocina para Personas Ciegas, por segundo año consecutivo

Aplicada constancia. Diez han sido las personas ciegas o con discapacidad visual grave -entre ellas dos personas con sordoceguera- las que han participado y brillado en tan peculiar concurso, con un jurado presidido por el conocido crítico gastronómico ciego, Jonatan Armengol quien, al borde de la emoción, daba la enhorabuena a todos los integrantes. “Sois unos genios; quiero deciros, de todo corazón, que os podríais presentar a muchos concursos profesionales… Se ha demostrado que si queremos, podemos. Estamos rodeados de gente maravillosa, de ángeles de la guarda, como todo el equipo que ha estado aquí trabajando, que nos permiten ser iguales, iguales que todos”. Ni qué decir, han dejado el listón muy alto incluso para los profesionales del sector. 

Emocionada y feliz andaba por esos lares Mariví Martínez Vidaurreta, la flamante ganadora del primer premio del concurso, trofeo que vino de la mano del chef vasco Koldo Royo, presidente de la Asociación de Cocineros y Reposteros de las Islas Baleares donde se celebrará la próxima edición. 

"El mejor premio -reconocía sin acritud- es poder compartir las experiencias y estar con todos los compañeros; se disfruta mucho porque no hay un ambiente competitivo. Si necesitas sal, te dan la sal… y si otra persona te pide otra cosa se lo das. Es un concurso muy entrañable y se disfruta estando allí compartiendo todo entre todos. Ese es el mejor regalo”.

Generosa y satisfecha por ver recompensado su esfuerzo, además por segundo año consecutivo, manifiesta con orgullo poder representar a La Rioja, traer el premio para casa y conseguirlo para mi tierra y el grupo de Cocinar a Ciegas”.  Desde Málaga, Asturias, Cádiz y Segovia llegaron hasta Sevilla, a esta convocatoria nacional de cocina, el resto de la decena de participantes. Contaron, en todos los casos, con voluntarios que les echaron una mano a la hora de encender el fuego, poner en marcha el robot de cocina, acercarles el agua para cocinar... En definitiva, “un ayudante que no te ayuda a elaborar la receta pero sí a todo lo que tú necesitabas; quiero decir que gracias a los voluntarios nosotros podemos hacer también el concurso”, apostilla con agradecimiento

Cocinar sin ver. Casi de un día para otro, Mariví se quedó ciega. “Se me reconoció una diabetes y esto me provocó un estrago en los ojitos, dice. Diagnóstico que tardó en recibir y lo data con 43 años. “He sido vidente hasta los cuarenta y tres entonces empecé a tener problemas oculares y en dos años tuve once operaciones;  me quedé ciega a los cuarenta y siete”, relata a golpe de número. Y así continua…“soy afiliada a la ONCE desde hace nueve años y estoy en Cocinar a Ciegas desde hace ocho"

La realidad visual se imponía y tocaba asimilar el proceso. Trabajaba como auxiliar administrativo, en el Hospital San Pedro de La Rioja, “de repente no podía coger el teléfono; bueno, cogerlo sí pero no veía cómo marcar los números; pareciera que se me había acabado la vida”, rememora con cierta inquietud. “Tienes un tiempo de duelo, creo que lo pasamos todos los que estamos en situación similar, y cuesta un poquito adaptarse”, reconoce. Y el papel de la Organización de Ciegos -en todo este proceso- jugó la mejor partida. “Gracias a Dios me empujaron a venir a la ONCE porque yo no quería (...)  Cuando llegué a esta Casa pensé: ¡Madre mía, si hay vida después de todo!”. La labor de los profesionales empezó a dar sus frutos, tal y como puntualiza, “estuve en la rehabilitación visual, con el psicólogo, en la unidad de tiflotecnología... y empiezas a ver la vida de otra forma , gracias a ellos pude salir a flote”.

El gusto por la cocina le viene de antaño. Mariví creía imposible volver a cocinar sin ver hasta que asistió al taller de la ONCE, en Logroño, impartido por el chef ciego Ángel Palacios. Si bien es cierto que esperó un año hasta que se encontró mejor para el nuevo abordaje. Mi hija me animaba a apuntarme a cocina pero yo no estaba preparada, sí estuve aprendiendo braille y asistía a la tertulia literaria”, comenta. Las clases de Palacios le despertaron el deseo de volver a los fogones, ahora con el ingrediente de la creatividad. Además, el primigenio taller dio paso a la Asociación, con el mismo nombre de arranque, Cocinar a Ciegas. 

Sabor a mar y tierra. Buenos ratos de risas y aprendizaje le inspiran a poner en práctica sus ideas gastronómicas, que lleva a concurso. Con un plato elaborado con pochas, verduras y nido de chistorra ganó el año pasado en su tierra natal; en esta ocasión no se ha quedado a la zaga con el ‘taco de manitas de cerdo y veliche de lubina’. “En ninguno de los dos concursos esperaba ganar pero tuve la gran suerte de que salió muy bien, afirma con sinceridad. La minuciosidad, excelente presentación y deguste del plato es resultado de un gran esfuerzo preparatorio. “Lo más complicado para mí fue conseguir el taco de manita de cerdo. Hice muchas pruebas en casa porque si salía demasiado espeso no salía bien y si era muy líquido se desparramaba todo. Además, si se quedaba frío tampoco funcionaba y entonces lo tenía que poner en agua caliente para su conservación con la textura ideal. Sí, lo he trabajado bastante, constata.

Creación novedosa y original, receta de lujo que gusta compartir. De hecho nos facilita las pistas para ponernos manos a la obra. “Cocer las manitas de cerdo, deshuesar y separar la gelatina, triturar todo y la pasta resultante la utilizo para hacer el taco que es como si comieras una cortecita de cerdo. El ceviche de lubina lleva pimiento rojo, verde y amarillo, también mango, aguacate...”, desgrana los detalles y se nos hace la boca agua.

Tener mano para la cocina tiene todo el sentido para Mariví. Conseguir la autonomía personal, también en este campo, no es obra de un día pues se requiere el buen hacer de los profesionales de la ONCE. “Yo he cocinado siempre en casa pero era diferente a lo que hago ahora. La rehabilitadora visual no solo me enseñó a moverme con el bastón por la calle, que fue espectacular, también venía a casa y me ayudó mucho con marcas y señales en el microondas, los mandos de la cocina... Pero cocinar como ahora lo hago, donde aprendí los trucos fue en la actividad de Cocinar a Ciegas, en la ONCE, declara con convencimiento. 

El popular dicho ‘comer con los ojos’ deja de tener sentido si eres ciego, claro. Y cocinar a ciegas es una realidad palpable si careces del sentido de la vista. Mariví lo constata a diario y lleva a rajatabla todo lo aprendido. El orden es principal requisito y la limpieza es una evidencia palpable. "Cuando vas a empezar a cocinar tienes que tener claro qué necesitas y tenerlo todo ordenado para cuando vayas a echar la mano encuentres las cosas", dice.  Manejar el cuchillo es otro cantar y tiene su truco... "hay que tener cuidado con los dedos, te enseñan a ponerlos en una posición, con las uñas por delante, para que no te puedas cortar".

Y la tecnología ayuda un rato si se tiene una cocina que funciona a través de Alexa, con una app del teléfono, nos cuenta. Los sentidos, al margen de la vista, cobran todo su esplendor. "Sí, es verdad, te acostumbras a sentir más; por ejemplo, cuando pones una sartén en el fuego y echas aceite... lo tocas; después, tras calentarse, con poner por encima la mano, compruebas -por el calor que desprende- si está bien para freír o empezar a cocinar", explica. El olfato y el oído intervienen asimismo en su justa medida, bien para escuchar el borboteo del potaje en la cazuela u olfatear el aroma que desprende en su cocción. 

Sea como fuere, disfrutar de una buena cocina alimenta los sentidos. Y, a fin de cuentas, si eres una persona ciega "tocamos mucho con las manos porque nuestros ojitos son las manos", concluye. 

Compartir :
Genoveva Benito
Periodista