Contigo Somos Once

Uxía García: "Me gusta la docencia y estoy muy cómoda y sensibilizada con el alumnado con algún tipo de necesidad educativa"
Arranca nuevo curso escolar donde lo dejó, en Canarias. Es la maestra de Educación Primaria, especializada en Pedagogía Terapéutica (PT), que dio que hablar en los medios de comunicación -por defender su derecho laboral como persona con discapacidad visual- tras ser cesada en su puesto de docente sin justificación palpable. A día de hoy, un proceso resuelto a su favor.
No llegó la sangre al río, pero lo pasó mal. De vocacional preparación, la gallega Uxía García Freire, de 29 años y natural de Miño (A Coruña), echa la vista atrás sin rencores, con la esperanza de que no se repita la situación discriminatoria, “surreal”, dice, que le tocó vivir recién incorporada al centro escolar en la localidad isleña de La Orotava, en Santa Cruz de Tenerife. “Lo que no se puede hacer es convocar unas plazas de reserva (para personas con discapacidad) y luego echar a esa persona porque tiene una discapacidad”, apunta taxativa. Y es que se vio en la calle.
Había aprobado las oposiciones para funcionarios docentes en su especialidad (PT), con reserva de plaza para candidatos con discapacidad, destino Canarias, y ya impartiendo clases en el colegio de Educación Infantil y Primaria ‘Domínguez Alfonso’ para iniciar su trayectoria laboral, le comunican -desde la dirección general de personal del Ejecutivo canario- su cese en la actividad. “Si consideraban que tenían que adaptarme el puesto, que lo hubieran hecho y no cesarme sin más. Obviaron ese paso y directamente dijeron que no podía ejercer la docencia”, declara.
Todos los requisitos estaban al orden del día; sin embargo, su problema visual saltó a la palestra como gran impedimento para ejercer su labor. Tampoco se iba a quedar con los brazos cruzados y encontró el asesoramiento en la ONCE, la organización que la ha visto crecer desde que tiene cuatro años. Y... su historia saltó a los medios de comunicación y redes sociales “con una difusión que me dejó patidifusa”.
Segura de sí misma y “con una personalidad fuerte”, tal y como ella misma reconoce, estaba dispuesta a llegar hasta donde hiciera falta para el obtener el reconocimiento que se había ganado a pulso como funcionaria de carrera. También tiene meridianamente claro que todo el proceso se agilizó “porque desde la dirección general de personal dieron su brazo a torcer; igual los coges en otro momento, o con otras personas, y dicen: pues ahora hasta el final y que se alargue lo que se tenga que alargar y resuelva un juez”.
Salir de la zona de confort. Siempre tuvo residencia en su tierra natal, con la familia. La atracción por las islas le viene de antaño, recuerda sus soleadas vacaciones canarias “desde que tengo uso de razón hasta los catorce o quince años”. Elegir las islas para vivir su futuro con Víctor, el padre de su hijo Leo (de 3 años), se convirtió en una buena opción por tener la oportunidad de desarrollar su vocación.
“Me encantan los niños; desde pequeña tenía muy claro que quería ser profe. Al principio, pensé dedicarme a la Educación Primaria ‘sin más’ pero cuando hice las prácticas en Galicia, mi profesora Verónica me animó a centrarme en pedagogía terapéutica”, comenta. Y es que, durante su observación en el trato con los pequeños, en un aula ordinaria de 25 niños, se percató del trato preferente que dispensaba a los niños con más necesidades educativas.
Entonces contaba los 21 años, acabada su carrera y continuó formación y prácticas en pedagogía terapéutica. Su bebé Leo llegaría años más tarde, en marzo de 2023.
Tener un trabajo fijo, en los tiempos que corren, pasaba por aprobar oposiciones. Se preparó como pudo una convocatoria en Galicia, que se presentó en 2022, pero no pasó el corte por los pelos. Echo mano de una preparadora, que le informó de la que iba a celebrarse como extraordinaria, por méritos (en el 2023) también en Galicia, "pero al no tener ningún año trabajado, yo no iba a tener ningún mérito y lógicamente no iba a tener ninguna opción...”, argumenta. Entonces descartó presentarse.
Siempre al corriente de todas las opciones, estuvo al tanto de convocatorias -a celebrar en varias comunidades autónomas- y entre ellas la de Canarias. Su preparadora le animó a cambiar de aires y volar hacia las islas. “¿Cómo no te animas? Es una buena opción y una vez estés allí durante unos años podrías volver a Galicia, si quieres”, le dijo, en aquel momento, con su pequeño recién nacido. Uxía relata que estuvieron viendo la convocatoria y qué pedían en el examen. “Lo vi bastante asequible y me pareció asumible prepararlo. Entonces hablé con mi marido y me dijo: ¿Por qué no? O sea, es un poco locura pero está bien vivir la experiencia”.
Con el apoyo incondicional de Víctor tiró hacia delante. “Yo sabía que si no salía de Galicia en ese momento no iba a hacerlo después porque al final es tu zona de confort, tienes ahí a tu familia, a tus amigos... toda tu vida más o menos creada”, apunta.
El tiempo de preparación del examen corrió en positivo para ella. De los seis meses previstos (desde la convocatoria hasta la fecha de examen) se alargó -por alguna que otra circunstancia- hasta el año y medio. Constante y estudiosa, le benefició contar con más tiempo “en el sentido de decir: igual si hubiera tenido solo seis meses no hubiera conseguido la plaza o hubiera sido más difícil acceder a ella”.
Nada hacía presagiar que habiendo aprobado las oposiciones por pedagogía terapéutica y conseguir plaza, con destino Canarias, se pusiera en tela de juicio su capacidad de enseñanza por el hecho de ser una persona con discapacidad visual. Además, sin esperar la evaluación del centro escolar y de la inspección educativa donde ya había empezado a impartir clases.
Aunque así fue se corrigió... a tiempo. Queda ya en el pasado y no apetece volver al mismo tema, que llenó páginas y acaparó medios audiovisuales durante el proceso de incorporación provisional al centro “mientras no se solucionase el recurso de alzada”, que había interpuesto. “Lo resolvieron dándome la razón porque entre enero y marzo (de 2024) lo que hicieron fue citarme a un tribunal médico propio de la Consejería, que es el responsable de realizar las actuaciones de puestos de trabajo, y la conclusión a la que llegaron fue adaptarme el puesto de trabajo”, constata sin acritud.
En junio acabó la odisea. Su nombre ya está registrado en el BOE “como funcionaria de carrera, de pleno derecho y poniéndole fin a todo este proceso”, señala con satisfacción.
Y se le dibuja una sonrisa. Desde este mes de septiembre, ahora sí, “toca disfrutar mucho porque este año sí que va a ser mi primer año laboral, que realmente voy a disfrutarlo; el pasado curso lógicamente lo disfruté por ser mi primer año como profe pero, con tantas idas y venidas, no lo disfruté desde el minuto uno como me hubiera merecido”.
Ejercer con vocación es todo un premio, desde luego. Lo es para Uxía y también para sus alumnos. “Me siento supercómoda y sensibilizada con el alumnado que tiene algún tipo de necesidad educativa”, concluye.