
Comunicación | Continúa la entrega de capítulos de “Objetivo Inclusión Rural #OírDIS”
Con los testimonios de la joven con parálisis cerebral Leandra Mauro, de Villar del Arzobispo (Valencia) y Joaquín Guzmán, persona con daño cerebral sobrevenido, y su esposa cuidadora y su hija en Alcoba de los Montes (Ciudad Real)
El Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI), en colaboración con el Real Patronato sobre Discapacidad, continúan con el lanzamiento de nuevos capítulos de la serie audiovisual “Objetivo Inclusión Rural #OírDIS”, para hacer patente la discapacidad en el medio rural.
Uno de ellos ha sido grabado en la localidad de Villar del Arzobispo, en la provincia de Valencia, con el testimonio en primera persona de Leandra Mauro, una joven de 26 años con parálisis cerebral infantil.
Leandra Mauro vive actualmente en un centro residencial del municipio, lo que le permite un grado mayor de movilidad y autonomía que en etapas anteriores, cuando residía en un piso sin ascensor.
"Ahora puedo salir, porque estoy en la resi”, explica en el vídeo con naturalidad, aludiendo a las barreras físicas que limitaban su vida anteriormente. Su experiencia personal pone el foco en la realidad de muchas mujeres con discapacidad en el entorno rural, marcadas por la multiexclusión y con frecuencia relegadas a esquemas asistencialistas que restringen su derecho a decidir.
En su día a día, Leandra se esfuerza por desarrollar una vida activa: utiliza su “grillo” (andador con sujeciones) para desplazarse, estudia inglés e informática en la escuela de adultos de su localidad y busca formas de mantenerse independiente. Sin embargo, relata las numerosas dificultades que persisten: falta de equipos deportivos adaptados, necesidad de desplazarse a Valencia para recibir atención en salud de la mujer o apoyo psicológico, ausencia de transporte accesible, calles en mal estado, cuestas y entradas inaccesibles a edificios públicos. Todo ello configura un entorno poco amigable que obstaculiza el ejercicio de sus derechos más básicos.
Además, denuncia con claridad la dimensión social de la exclusión: “la gente a veces nos mira raro, nos juzgan”. Su mensaje final es una apelación directa a los responsables públicos: “Que se nos escuche, que se nos trate con más humildad y que no se nos critique”. Reclama una sociedad inclusiva que no silencie ni oculte los proyectos de vida de las mujeres con discapacidad, también en los pueblos pequeños.
Su testimonio, valiente y esperanzador, refleja las tensiones entre los modelos de atención residencial y el derecho a vivir de forma independiente.
Aunque los centros ofrecen apoyos esenciales, también pueden conllevar aislamiento social y decisiones limitadas por normas externas. Por ello, “Objetivo Inclusión Rural #OírDIS” se alinea con los principios de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, promoviendo una transición hacia servicios comunitarios y soluciones de habitabilidad inclusivas.
“Que se acuerden de nosotros. Que se pasen por los pueblos pequeños. Seguimos viviendo aquí. Queremos quedarnos, pero así es imposible”
El siguiente en la serie, recoge los testimonios de Joaquín Guzmán, hombre con daño cerebral sobrevenido tras un ictus, de su esposa y cuidadora Rosa Isabel Salgado, y la hija de ambos. La historia transcurre en Alcoba de los Montes (Ciudad Real), un municipio rural de apenas 500 habitantes.
Este capítulo revela con crudeza y humanidad cómo un ictus transformó la vida cotidiana de Joaquín Guzmán, antiguo mecánico y auxiliar de enfermería que eligió quedarse a vivir en su pueblo natal. Desde entonces, Rosa Isabel Salgado asumió en soledad la mayor parte de los cuidados. “No me lo esperaba tan pronto. Sabía cuidar, pero no a mi marido. Me cambió la vida entera”, confiesa Rosa Salgado. Su hija destaca el impacto emocional: “Tienes que plantearte la vida de modo diferente, porque sabes que tus padres van a envejecer más rápido”.
Entre las carencias más graves que denuncian: ausencia total de especialistas (logopedia, fisioterapia), falta de transporte adaptado y ayudas a las que no se tiene acceso. La familia tuvo que adaptar su casa por su cuenta, sin apoyo institucional, y reclamaron por vía judicial la gran invalidez. “Tuvimos que ir a juicio tres veces. Sin abogado no lo conseguíamos”, afirma Rosa Isabel Salgado.
A pesar de todo, el pueblo ha sido un sostén emocional clave: “Aquí das una voz y aparecen 50 personas a ayudarte. Mis amigas se han formado sobre daño cerebral para apoyarme. Eso no se paga con dinero”, cuenta emocionada. La comunidad local incluso esquiló el ganado familiar tras el ictus de Joaquín Guzmán, como gesto de solidaridad espontánea.
Sin embargo, la falta de servicios es constante: “Aquí no hay ningún recurso accesible cercano. Lo más próximo está a 60 km. Las familias cuidadoras estamos olvidadas”, lamentan. En palabras de Rosa Isabel Salgado: “En una ciudad es difícil, pero en lo rural donde hay poco, lo poco que hay encima está mal”. El capítulo concluye con una llamada clara a las instituciones: “Que se acuerden de nosotros. Que se pasen por los pueblos pequeños. Seguimos viviendo aquí. Queremos quedarnos, pero así es imposible”.
"Las personas con discapacidad en el mundo rural viven una carrera de obstáculos"
En la sexta entrega, Ana Cabellos Cano, presidenta de la Asociación de Daño Cerebral Estatal y de la Comisión de Discapacidad Sobrevenida del CERMI Estatal presenta la radiografía autonómica de Castilla-La Mancha que aflora una realidad incontestable: la mayoría de sus municipios tiene menos de 500 habitantes, y solo 12 superan los 30.000. En este escenario de despoblación y dispersión, las personas con discapacidad, especialmente aquellas con discapacidad sobrevenida, como daño cerebral o enfermedades degenerativas, viven “una auténtica carrera de obstáculos”, según denuncia.
“La discapacidad sobrevenida no está ni definida con claridad, pero ya es la primera causa de discapacidad en Europa. El ictus, en concreto, afectará a una de cada cuatro personas menores de 25 años a lo largo de su vida”, alerta Cabellos. Este fenómeno, creciente e imprevisto, encuentra en Castilla-La Mancha un territorio especialmente vulnerable por la escasez de infraestructuras y la centralización urbana de los recursos.
Cabellos denuncia la falta de rehabilitación especializada, de transporte accesible, de servicios educativos adaptados, de redes de apoyo y de formación para familiares cuidadores: “El día a día en los pueblos es inviable. Si tienes que llevar a tu familiar a rehabilitación, a un logopeda o fisioterapeuta, te lo tienes que costear todo y desplazarte kilómetros, si tienes coche. Si no, se abandonan los tratamientos”.
Además, señala la fuga de profesionales de salud y educación hacia núcleos más grandes, lo que provoca una constante rotación de personal y un déficit de continuidad. La estigmatización, en entornos donde “todo el mundo se conoce”, es también más intensa, especialmente en salud mental. “Las familias, mayoritariamente mujeres, están asumiendo solas los cuidados, sin apoyos ni descansos. La falta de formación, la sobrecarga emocional y la imposibilidad de conciliar hacen que esta situación sea insostenible”.
Desde el CERMI Castilla-La Mancha se reclama una acción política real, coordinada y dotada de recursos para atender las necesidades de las personas con discapacidad en entornos rurales. Las principales reivindicaciones incluyen: una inversión sostenida en infraestructuras accesibles, sin aplicar criterios de rentabilidad que omiten a los pueblos pequeños; la creación de servicios itinerantes especializados con planificación estable, no como soluciones residuales o puntuales; el diseño de protocolos autonómicos y municipales que garanticen atención cercana y de calidad; y un impulso decidido a la empleabilidad y la inclusión laboral en el medio rural.
Asimismo, la plataforma autonómica exige una mejora sustancial del transporte accesible, que establezca horarios y condiciones realistas para personas con movilidad reducida o con necesidad de apoyos, y una oferta formativa específica para familias cuidadoras, con acompañamiento emocional y técnico. “No se trata de ofrecer un parche o un taller ocasional -afirma Ana Cabellos- sino de construir una política multinivel que sitúe a la persona con discapacidad y su entorno familiar en el centro de la acción pública”.
“Las personas con discapacidad en el medio rural son ciudadanía de pleno derecho. No se trata de poner parches ni hacer visitas simbólicas: hace falta voluntad política, protocolos claros y recursos sostenidos. No se puede construir futuro rural sin incluir a las personas con discapacidad y sus familias”, concluye.
La serie “Objetivo Inclusión Rural #OírDIS”, integrada en el canal “Inclusión A Conciencia” de cermi.es diario, recorre comunidades rurales mostrando a personas con discapacidad y sus entornos. El proyecto cuenta con subtítulos, lengua de signos, y versión en lectura fácil. Cada capítulo va acompañado de una pieza institucional con la radiografía autonómica del territorio, a cargo de representantes del CERMI y organizaciones del sector de la discapacidad.
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