Da un paseo por nuestros orígenes con Oncelio
Llevamos más de ocho décadas trabajando para mejorar la vida de las personas con ceguera y discapacidad
De colores diversos, pero iguales

Sumamos 84 años construyendo un modelo
único en el mundo
¿Qué es el Grupo Social ONCE y cómo surgió?
Antecedentes: La Caridad y "los iguales"
Evolución del Cupón y despliegue por áreas
Los duros años 70, también para la ONCE
El crecimiento de la ONCE: los 80 y 90
El siglo XXI: Rumbo al Grupo Social ONCE
El Grupo Social ONCE que hoy formamos
¿Qué es la ONCE?
La ONCE, cuyo acrónimo corresponde históricamente con las siglas de Organización Nacional de Ciegos Españoles, nació el 13 de diciembre de 1938. Es el principal motor económico de todo el Grupo Social ONCE, impulsada por la venta de loterías con beneficio social, siempre bajo el marco de la legislación y el compromiso ético de juego responsable, seguro y social. Una Organización cuyo fin es mejorar la calidad de vida, dar visibilidad, y lograr la igualdad e inclusión de las personas con discapacidad visual, trabajando en todos los ámbitos, desde el acceso a la educación y la información, hasta el deporte, la cultura, la tecnología, el consumo o el transporte.
La ONCE cuenta actualmente con más de 71.000 personas ciegas o con discapacidad visual afiliadas a quienes presta sus servicios y apoyo a través de un amplio equipo profesional y los soportes necesarios para facilitar una mayor calidad de vida. Son personas con discapacidad visual, es decir, ceguera total o baja visión (por debajo de un 10% aprox.) provocadas por diferentes realidades, que reciben todos los servicios sociales gracias a los beneficios de la venta de loterías que, además, ofrecen empleo de calidad a una red de más de 19.000 agentes vendedores de toda España, todos ellos personas con discapacidad.
La evolución de la ONCE a lo largo de la historia le ha llevado a impulsar iniciativas socioeconómicas tan importantes como la creación de Fundación ONCE y de Ilunion, con los que ahora se conforma el Grupo Social ONCE. La Organización ha sido reconocida y premiada año tras año por avales como el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, el "Ciudadano Europeo", concedido por el Parlamento Europeo, y aparece destacada en los índices Merco, que miden a las empresas más responsables socialmente o estándares que valoran el bienestar de las personas trabajadoras.
Además, cuenta con acuerdos de cooperación con organismos oficiales, las empresas más importantes de cada sector, entidades sin ánimo de lucro -que también trabajan por la mejor calidad de vida para colectivos en riesgo de exclusión-, federaciones deportivas, instituciones educativas, portales de empleo, redes de oftalmología e investigación, organizaciones de otros países, organismos internacionales, etc. cubriendo un amplio abanico de acciones y soluciones para seguir haciendo de este país uno de los más prósperos en materia de igualdad para las personas con discapacidad.
A menudo, muchas personas y voces de autoridad han recalcado que España, el país de la ONCE, es el mejor lugar del mundo para ser una persona con discapacidad visual gracias a nuestro trabajo y compromiso constantes, por lo que la Organización contribuye también a hacer del país un referente internacional y "marca España" en materia de inclusión, accesibilidad e igualdad de todos los ciudadanos en la vida pública, privada y cotidiana.
¿Qué es el Grupo Social ONCE y cómo surgió?
Para entender qué es el Grupo Social ONCE debemos remontarnos a principios del siglo XX, años en los que, superada la gran crisis española del XIX, todos los ciudadanos aspiraban a una mejor calidad de vida y por supuesto las personas ciegas, hasta entonces resignadas a vivir en la indigencia, también. En esos años empezaba a despuntar el comercio en los núcleos urbanos y con él una gran actividad de compras y ventas callejeras acompañadas muchas veces por rifas, que con el paso del tiempo se hicieron más y más importantes y pasaron a formar parte de la vida de las ciudades. Estos sorteos callejeros eran realizados en muchas ocasiones por personas ciegas, que querían ganarse la vida con un trabajo digno. Destacan especialmente las rifas más populares de la zona del Levante español, donde un grupo de personas ciegas puso los cimientos de lo que en un futuro próximo sería el "cupón prociegos".
En 1903 coincidiendo con la tradicional rifa de un cerdo por la festividad de San Antón en el barrio alicantino del mismo nombre, Francisco Piuzano y Juan quinto Serna, dos mendigos ciegos, vieron en este sorteo una posible oportunidad de beneficio para las personas con discapacidad visual sin trabajo y decidieron copiar el modelo y realizar este sorteo diario, creando así ‘La Caridad’.
Antecedentes: la Caridad y "los iguales"
La Caridad era una sociedad respaldada por las autoridades alicantinas y tenía el propósito de dar cobertura a las personas ciegas que no tenían posibilidad de trabajar, gracias a los beneficios de lo que se llamó ‘rifa deis ceguet’, la rifa de los ciegos alicantinos. Esta rifa vendía mil cupones diarios al precio de diez céntimos o, lo que es lo mismo, una ‘perra gorda’, por cupón. Los vendedores se comprometían a vender una serie de cien números y de los 10 céntimos del boleto destinaban seis al premio, uno a La Caridad y tres para el vendedor. En esos años, los vendedores solían ir acompañados de su lazarillo, por lo que la venta comenzó a llamarse popularmente ‘la rifa de las parejas’ y en zonas como Murcia y Almería, donde se copió este sistema, ‘los iguales’. Nacía así un concepto que nos ha acompañado hasta hoy, un siglo después y que se convirtió en un grito en las plazas y calles del país.
Este modelo de venta se fue extendiendo y popularizando, extendiéndose a Cartagena, Alcoy, Almería, Valencia y posteriormente a Madrid y a Andalucía, con distintas variantes en tiradas, premios, comisiones, constituyendo rifas que, en la mayoría de los casos eran alegales. Es en el año 1935, tras una reunión entre el entonces presidente del Gobierno, Alejandro Lerroux y el presidente de ‘La Hispalense’ Javier Gutiérrez de Tovar, sociedad sevillana artífice de un modelo de rifa mezcla de colección de cromos y venta de boletos, cuando se dieron los primeros pasos para la legalización de la venta del cupón.
En esa época también destacó la labor realizada desde Cataluña por el ‘Sindicat de Cecs" que, con la colaboración de la Comisaría de Asistencia Social, implantaron el primer cupón pro-ciegos en Cataluña. Estas rifas fueron extendiéndose por todo el país pero aún no estaban reguladas. Fue en junio de 1935 cuando gracias a la unión de las asociaciones de ciegos de Madrid, Andalucía, Levante y Cataluña se consiguió llegar hasta el Gobierno y obtener una autorización provisional para la venta, si bien la llegada de la Guerra trastocó las previsiones.
La ONCE estaba a punto de nacer y con ella se cumplían los deseos y esfuerzos de los distintos grupos de ciegos que por todo el país se habían negado a vivir en la mendicidad y habían luchado para lograr un trabajo digno con el que ganarse la vida y ser miembro de pleno derecho de la sociedad española.
El nacimiento de la ONCE
El 25 de agosto de 1938 Gutiérrez de Tovar se dirigió a los asistentes al Congreso de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias donde defendió la necesidad de que la Tiflología, como suma de conocimientos relacionados con los ciegos, fuera considerada una de las más importantes ciencias sociales como forma de integración social para las personas ciegas. Esta reunión impulsó el nacimiento de la Organización Nacional de Ciegos, ONC, el término "Españoles" se incorporó al nombre en abril de 1952, quedando como ONCE ya que su ponencia no solo fue aceptada, sino que sus conclusiones se consideraron de urgencia y se remitieron al Gobierno Nacional para sentar las bases de un decreto que diera luz verde a la ONC. Gutiérrez de Tovar defendía la venta del cupón como vía económica para garantizar la autonomía y autosuficiencia de la Organización.
Paralelamente, a través de un grupo conocido como el "Grupo de Burgos" se había preparado el proyecto de Patronato de Ciegos, muy distante de lo planteado por Tovar ya que pretendía excluir el cupón y dotar al Patronato de subvenciones municipales, provinciales y estatales, con una pensión destinada a cada ciego necesitado.
Mientras todo este proceso seguía su curso, la venta del cupón no solo no había parado, sino que se había extendido a poblaciones españolas en las que hasta el momento no existía. Precisamente, durante la Guerra Civil, es cuando el Estado se hace más sensible ante la situación de los ciegos y personas con discapacidades provocadas por la contienda. Esto hizo que se vieran muy positivamente las iniciativas de Javier Gutiérrez de Tovar y también las del "Grupo de Burgos".
Ambos grupos se pusieron de acuerdo y se consiguió sacar adelante un proyecto común: crear una organización nacional de ciegos que, aunque gestionada por los mismos ciegos, estuviera respaldada por el Estado, con el fin de asegurar la afiliación obligatoria de todas las personas ciegas. Como fuente de recursos y empleo, la Organización explotaría, con exclusividad, el cupón.
A finales de 1938 una Orden Ministerial disolvía el Patronato Nacional de Protección de Ciegos, organismo paralizado por la Guerra. El proyecto de creación de la Organización se presentó en el Consejo de Ministros del día 11 de diciembre de 1938, donde fue aprobado, y el 13 de diciembre de ese año, festividad de Santa Lucía patrona de las personas ciegas, fue firmado el decreto 22.893, texto que se incluyó en el BOE del 16 de diciembre de 1938, a partir del cual inicia su singladura oficialmente la Organización Nacional de Ciegos, ONC.
El decreto de aprobación de la ONC establecía que dirigiera la Organización un Consejo Superior al frente del cual se situó como primer jefe nacional a Javier Gutiérrez de Tovar, que con tan sólo 27 años tomó las riendas de la Organización. El órgano dependiente del Estado encargado de tutelar a la Organización era el Consejo Superior de Ciegos (CSC), con funciones para representarla jurídicamente, aprobar sus planes, administrar sus fondos, y nombrar al Jefe Nacional.
Primeros años de la ONCE
Tovar luchó por la plena independencia de la ONCE, pero el Estado no lo aceptó y para reforzar este control se publicó un Decreto el 25 de enero de 1944, que redujo el número de vocales del nuevo CSC y que provocó más tensión entre las ya las difíciles relaciones entre ambas entidades. Estas tensiones entre la ONCE y el CSC siguieron durante años y provocaron diferentes cambios en la dirección, incluyendo el nombramiento de Benito Hermida, el único máximo dirigente no ciego de toda la historia de la ONCE, que fue sustituido por José Ezquerra Bergés, quien tuvo un destacado papel en la historia de la Organización al dar un giro al camino emprendido por Gutiérrez de Tovar y concebir la Organización como una nueva gran mutualidad fraternal de todos los ciegos en la que se impusieron nuevos modos y nuevas formas de incentivar a las personas ciegas en la venta del cupón.
La fecha del primer sorteo del cupón de la Organización Nacional de Ciegos es el 8 de mayo de 1939. Se realizó en Madrid y el premio correspondió al número 922.
Los años posteriores fueron clave para el desarrollo económico y social de la Organización. Fueron años muy complicados en los que las personas ciegas luchaban por sobrevivir en un país que aún estaba saliendo de la Guerra Civil y al que le esperaban duros años tras el conflicto. El sorteo del cupón ya estaba implantado profundamente en la sociedad española y la ONCE se había arraigado en España a pesar de las dificultades de control político e institucional sufridas durante los años 40.
Evolución del Cupón y despliegue por áreas
Con el paso de los años, y a partir de su formato inicial durante la década de los 40, se fueron modificando las fórmulas de venta del cupón. Hasta el 30 de agosto de 1950 un cupón costaba 10 céntimos con un premio de 25 pesetas y en ese mismo año decide subirse el precio del cupón a 20 céntimos, con un premio de 50 pesetas. En 1955 el precio del cupón se eleva a los 50 céntimos con un premio de 125 pesetas. La actividad había cuajado y en las cuentas de resultados de la ONCE quedaba reflejado este éxito.
En esos años, Ezquerra puso en marcha un plan de construcción y remodelación de los locales de las delegaciones provinciales para proyectar una imagen moderna de las delegaciones y se destinaron importantes recursos para crecer en el número de afiliados. José Ezquerra también impulsó una mutualidad y aparecieron las primeras iniciativas de creación de empleo como las fábricas de cepillos y de dulces en Madrid. Y en otras localidades como Alicante, un taller de fabricaban de cestas, cepillos, alpargatas y cordeles; en Zaragoza, un taller de escobas y artículos de mimbre; en Cataluña, una fábrica de artículos de limpieza o una de las iniciativas de más éxito, la fábrica de dulces "Santa Lucía" de Zaragoza.
Con la nueva década de 1960 se produjo el relevo de Ezquerra por Satrústegui en la dirección de la Organización. Con experiencia empresarial, pero ajeno a la ONCE, trabajó con el objetivo de recuperar los fines fundacionales de la Organización, con un plan centrado en la formación y en la creación de centros de empleo alternativo a la venta del cupón.
Coincidiendo con su 25 aniversario, la ONCE focalizó sus esfuerzos en el impulso de la enseñanza gratuita a todos los afiliados a la Organización a través de una amplia red de centros especiales para la formación y preparación para un empleo de calidad de todos sus afiliados. Este proyecto se conoce como el ‘Plan Sotillos’ y con él ser crearon nuevos centros de formación profesional y talleres ocupacionales.
Cuatro proyectos destacados fueron: la Escuela de Telefonía, que inició su actividad en 1966; la Escuela de Fisioterapia, que dio sus primeros pasos en 1964 y todavía hoy está vigente convertida en la Escuela Universitaria de Fisioterapia de la ONCE; el Centro de Rehabilitación y Formación Profesional e Industrial que se inauguró en 1966 y el Centro de Rehabilitación Social para ciegos adultos que se creó en 1973.
También se impartió formación a personas con discapacidad visual procedentes del medio rural. Para ello impulsó la actividad de Granjas - Escuela Avícolas creadas durante la etapa del mandato de Ezquerra. Por otra parte, se dio un gran impulso a iniciativas culturales como las bibliotecas específicas para personas ciegas, las imprentas braille y el servicio de "Libro Hablado", iniciativas todas ellas muy conectadas con los centros de formación.
En esta etapa los dirigentes de la ONCE se centraron en que la mayoría de sus miembros encontrara un trabajo productivo alternativo a la venta del cupón en igualdad de condiciones que el resto de los trabajadores. Un sueño difícil de lograr, ya que la mayoría de ellos seguía viviendo en esta década de los beneficios obtenidos con el cupón a pesar de los cientos de trabajadores integrados profesionalmente en la vida laboral, gracias al "plan Sotillos".
Los duros años 70, también para la ONCE
Los 70, con el gran cambio político del país, fueron años de crisis y se frenó la integración laboral de personas con discapacidad. Muchos de los proyectos del plan Sotillos se cancelaron y a esto se le unieron los prejuicios sociales existentes a incorporar en las empresas a empleados con ceguera, lo que hizo que la venta del cupón se convirtiera en la salida más demandada por los afiliados.
Con este panorama la línea, de trabajo se centró en el desarrollo de mejores condiciones laborales para los vendedores de cupón, con el fin de desterrar de definitivamente los aspectos que la relacionaban con la mendicidad. Con las primeras elecciones generales y el primer gobierno democrático del país, en 1977 se aprobó la liberalización del juego que potenció el bingo y las ruletas, que unidos a las quinielas, la Lotería Nacional y las máquinas tragaperras, restaron venta al tradicional cupón. En 1979 el precio del cupón subió de 10 a 25 pesetas y el premio mayor alcanzó las 6.250 pesetas. A pesar de estas mejoras en el cupón, la ONCE no pudo detener una gran caída de la venta lo que agravó la crisis de la Organización.
Durante estos años, las personas ciegas de la ONCE, especialmente grupos de jóvenes que ya procedían de la universidad y los primeros movimientos sindicales, quisieron llevar la democratización también a la Organización para poder tener voz y voto en las decisiones de la Organización. El 10 de marzo de 1980 se publica la Ley número 8, el "Estatuto de los Trabajadores"; y, al mismo tiempo, el Gobierno estudió la reforma orgánica de la ONCE, que implicó un cambio de las estructuras para adaptarlas a la nueva política social fruto de la democratización del país.
El crecimiento de la ONCE: los 80 y 90
Este proceso se materializó en 1981 con la aprobación de un Real Decreto que estableció las bases democráticas y que abrió el camino para la celebración de las primeras elecciones de la ONCE, que tuvieron lugar en enero de 1982 y en las que resultó elegido presidente Antonio Vicente Mosquete. Él dirigió a la Organización hacia la recuperación económica, logró además de generar riqueza, bienestar para los afiliados con importantes mejoras en la calidad de vida de los ciegos españoles.
La liberalización del juego (1977) y la posterior despenalización (1983) forzó a la ONCE a realizar las modificaciones necesarias para hacer su cupón más atractivo y frenar la pérdida de cuota en el mercado. En esta línea de trabajo, el 13 de diciembre de 1981 se celebró el primer sorteo extraordinario. El 2 de enero de 1984 se llevó a cabo una gran reforma del cupón pasando el sorteo a ser nacional y aumentar los premios sustancialmente. Se lanzó la primera gran campaña publicitaria con el eslogan ‘La ilusión de todos los días’ con un éxito tal que se rebasaron todas las expectativas. El 4 de octubre de 1985 nació un segundo producto, el Super Sorteo Fin de Semana con cinco cifras al cupón y que permitió a los vendedores una jornada laboral de lunes a viernes.
Y el 1 de octubre de 1987 se produjo otra gran reforma de los dos productos existentes hasta entonces: nació el "Cuponazo" de los viernes, acompañado de otra gran campaña publicitaria "teaser" que anunciaba ‘el 1 de octubre va a ocurrir algo que traerá cola’ que aún sigue siendo ejemplo en las escuelas de publicidad. El Cuponazo, con su oferta de 100 millones de pesetas por el precio de 100 pesetas, triunfó en la calle.
Todo este éxito llevó a la Organización a una buena situación económica que le permitió hacer inversiones empresariales y dotarse de un pequeño grupo de empresas (Fundosa y luego Ceosa) con las que trató de demostrar que la inclusión laboral de personas con discapacidad era posible y, además, rentable. Son los primeros pasos empresariales, que se irían adaptando a las realidades del país y que concluirían en 2014 con el nacimiento de Ilunion.
Mientras, los buenos resultados económicos permitieron a la Organización extender su solidaridad a otros colectivos, creando así en 1988 la Fundación ONCE para la cooperación e integración social de las personas con discapacidad, financiada con el 3 por ciento de los ingresos brutos por la venta del cupón.
Los servicios sociales para las personas ciegas seguían siendo una prioridad y como consecuencia de ello se creó en 1990 la Fundación ONCE del Perro Guía, con la finalidad de criar y adiestrar perros guía para personas ciegas o deficiencia visual grave y contribuir así a la mejora de su autonomía y la seguridad de sus desplazamientos.
En 1991 un nuevo Decreto define las nuevas relaciones de la ONCE con el Gobierno, pasando a ser colaborador en la toma de decisiones a través del Consejo del Protectorado y no tutor como hasta el momento.
La última década del siglo supone un cambio cualitativo en la formación y el empleo de las personas ciegas y con otras discapacidades, subidos a la buena realidad económica que impulsa procesos e iniciativas de educación y formación para personas con discapacidad dentro y fuera de España. En 1988 se había creado la Fundación ONCE para América Latina (FOAL), que centra su actividad en la puesta en marcha de proyectos de educación, formación y rehabilitación en esta región del planeta y, también, en otras áreas deprimidas. Actualmente trabaja en 19 países.
La Organización fue ganando peso en otros foros internacionales como la Unión Mundial de Ciegos (UMC), la Unión Europea de Ciegos (EBU) o el Consejo Internacional para la Educación de las Personas Ciegas (ICEVI).
El siglo XXI: Rumbo al Grupo Social ONCE
Las nuevas tecnologías de la información son las protagonistas del siglo XXI y la ONCE pone todo su empeño en renovarse y hacer de la accesibilidad un rango imprescindible: telefonía móvil adaptada, dispositivos parlantes incorporados desde la producción, Apps con infinidad de utilidades…
La tecnología supone para las personas con discapacidad la posibilidad de nuevas fórmulas de comunicación y, en el caso de las personas sordociegas, incluso les conecta con el mundo. Este grupo de personas con necesidades muy específicas cuentan a partir de 2007 con una nueva institución que les ampara: la Fundación ONCE para la Atención a las Personas con Sordoceguera (FOAPS)
El 2011 es sin duda uno de los años más importantes para la Organización: se aprobaron las leyes de Economía Social y de Juego a partir de las cuales se reforma el Real Decreto Regulador de la ONCE que da por primera vez a la Organización la posibilidad de establecer acuerdos con operadores de juego del ámbito europeo (germen de la puesta en marcha en 2012 del Eurojackpot) y se abren nuevos canales y modalidades de juego, como las loterías instantáneas siempre bajo los estrictos principios de Juego Responsable avalados y certificados con los más exigentes sistemas de evaluación y seguimiento definidos por la Asociación Mundial de Loterías y la Asociación Europea de Loterías y Totos de Estado.
Un gran hito fue la celebración del Sorteo 11/11/11 con un gran acto institucional que contó con la presencia de la entonces Princesa Letizia y una gala televisada que incluía el sorteo del cupón y que fue líder de audiencia.
El Grupo Social ONCE que hoy formamos
En 2014 se produce la fusión de todas las empresas que dependían de la ONCE y de la Fundación ONCE en una sola iniciativa que toma un nombre muy representativo: la suma ilusión y unión da lugar al nacimiento de Ilunion , la nueva marca que aúna la experiencia acumulada por la Organización durante más de tres décadas. Ilunion es la demostración de que la economía social es posible, un modelo empresarial y social formado por personas, muchas de ellas con discapacidad, que trabajan para personas.
Del binomio ilusión y unión, dos de las claves de la historia de la ONCE y su Fundación, nace Ilunion. Ilusión, como la que tuvieron aquellos ciegos que impulsaron la ONCE en 1938 para plasmar sus aspiraciones en un proyecto valiente y de futuro; la misma ilusión que ha impulsado durante más de 80 años a la Organización; y unión y unidad entre todos para marcar un objetivo en ese proyecto de vida y solidaridad.
Ilunion funde en esta marca estos dos valores emblemáticos para demostrar que se trata de un conjunto de centros de trabajo y empresas con experiencia y resultados económicos y sociales; para demostrar que rentabilidad económica y social es posible, al tener en su plantilla un porcentaje muy elevado de personas con discapacidad.
Tras más de ocho décadas, la ONCE ha dado enormes pasos en su labor de inclusión social de las personas ciegas y con otras discapacidades, ofreciéndoles la oportunidad de formación y de conseguir un trabajo digno, en definitiva una oportunidad de una independencia plena.
Las tres áreas en las que opera la Organización: ONCE, como prestador de servicios para personas ciegas apoyado en su trabajo como operador de una lotería social, segura y responsable; la Fundación ONCE, palanca de empleo, formación y accesibilidad; y sus empresas sociales agrupadas bajo la denominación Ilunion conforman el Grupo Social ONCE.

Duela 80 urte baino gehiagotik, pertsona itsuak eta desgaitasunen bat duten pertsonak erabat gizarteratzeko egiten dugu lan, aukera-berdintasunaren printzipiopean